21 novembro, 2009

De la pasión a la decisión , por Mariana Cantarelli y Cristina Corea





De la pasión a la decisión

Mariana Cantarelli y Cristina Corea



1. La idea de esta nota es abrir un campo de

pensamiento propio de la experiencia del amor, que no

esté en disputa ni con el psicoanálisis ni con los

estudios sobre género, es decir, con los dos discursos

que han hegemonizado hasta hoy las reflexiones sobre el

amor. El procedimiento para pensar la condición del amor

actual no es construir un saber sobre el amor, sino

pensar habitando la experiencia amorosa. Se trata de

pensar esta experiencia y al mismo tiempo las

condiciones para que pensar sea una experiencia. Los

dispositivos del saber constituyen discursos sobre un

tema. El agotamiento de esta forma del saber es

correlativo con la destitución de las teorías. La

pregunta por el amor actual no se arma en la discusión

con una teoría sobre el amor, sino en la conversación

con amigos, amigas, esposos, etc. Otro campo muy potente

para pensar esta problemática es el del cine y la

televisión. Algunas series y películas dan cuentan de la

variación en la constitución subjetiva de la mujer y del

varón, y también de las modalidades de habitar las

situaciones amorosas. Entonces, la idea es, por un lado,

poner en suspenso las teorías sobre el amor "el

psicoanálisis y los estudios sobre género" y por otro

lado, intentar pensar en conexión con experiencias y con

las nuevas configuraciones que aparecen en las series

televisivas y las películas.


2. El recorrido del taller parte de El último tango en

París "paradigma del amor pasional" para llegar a Matrix

" ejemplo del amor como decisión", pasando por la serie

televisiva Nikita, las películas Terminator y Blade

Runner. En estas últimas películas, aparece el amor en

condiciones de catástrofe. En condiciones de destitución

general de las instituciones burguesas, el saber y la

transmisión del saber se agotan y el único modo de

habitar esas condiciones es pensar. El pensamiento

permite habitar una situación catastrófica. Cuando la

vida ya no transcurre en condiciones de estabilidad es

necesario pensar para habitar esa destitución general.

Cuando no hay saber, el problema es cómo se construyen

los dispositivos para pensar. Mientras en el mundo

moderno se disponía de un saber sobre el amor que

permitía pensar las situaciones amorosas, en las

condiciones contemporáneas ya no hay saber que permita

orientarse en la experiencia amorosa. Desde la

experiencia, el sujeto se constituye sólo si piensa eso

que lo afecta. Es decir, el sujeto no es previo a la

experiencia sino que se constituye en ella. Por otra

parte, también la experiencia misma si no es pensada se

desvanece.


3. El procedimiento del saber "que necesita de las

condiciones de acumulación, verificación, coherencia

interna" se vuelve imposible en un mundo de extrema

velocidad, de cambio permanente, de información, de

fluidez. Cuando el saber entorpece la posibilidad de

habitar situaciones es necesario pensar. Pero para poder

pensar es necesario declarar el agotamiento del saber,

es decir, decidir que el saber previo ya no sirve para

habitar las situaciones actuales, decidir que el saber

previo no sirve para pesar la experiencia amorosa en su

novedad, en su contemporaneidad. Para pensar las

situaciones contemporáneas es necesario suspender las

representaciones estatales heredadas del amor.


4. En el mundo contemporáneo, pensar las situaciones

amorosas es también pensar las condiciones de

desfondamiento general de las instituciones. No es

posible pensar qué es el amor post-institucional si no

se parte de estas nuevas condiciones.


5. Si el amor es ese encuentro entre dos que desafía las

formas instituidas, si el amor es trasgresión, deseo o

pasión, hay bibliotecas enteras para pensarlo. Pero si

el amor no adquiere estas formas: ¿qué estatuto tiene?

¿qué estatuto tiene el amor cuando la época se altera

radicalmente? En un mundo donde la subjetividad está

constituida por las instituciones disciplinarias, donde

la subjetividad está atravesada por la ley, el

amor-pasión tiene una fuerza subjetiva enorme. Pero

cuando las condiciones generales son de desfondamiento o

cuando la subjetividad no está constituida a partir de

la ley, el amor trasgresor pierde potencia. Entonces,

¿qué intensidad produce el encuentro amoroso bajo estas

otras condiciones? Cuando el amor no toma su potencia de

la trasgresión de la ley, ¿cuál es su intensidad?. Esta

pregunta es también la pregunta por el sentido del amor

en un contexto pasional y en un contexto de decisión. En

la pasión, el sentido proviene de la trasgresión de las

instituciones "familia, iglesia, etc. Es decir, el

sentido se transfiere. En la decisión, el sentido

procede de la situación y la intensidad procede de la

posibilidad de ganar existencia con el encuentro.


6. Toda escena pasional se organiza con tres términos.

Ese tercer término es la institución. Cada término de la

situación cobra intensidad en su relación con el tercero

instituido. En una situación amorosa triangular, el

vínculo con el amante es más intenso que el vínculo con

el esposo, pero la existencia del esposo es lo que le da

intensidad al amante.


7. La idea de la pasión está ligada a una determinada

idea del mundo. En un mundo sólido, el movimiento es

vida. En la solidez el movimiento produce subjetivación

porque opera sobre la estructura alienante que

condiciona al sujeto. Cuando el mundo es fluido, el

movimiento es un dato, entonces, la operación subjetiva

ya no se dirige a introducir movimiento sino a

cohesionar, a articular, a armar un encuentro. En el

pasaje de la solidez a la fluidez, las operaciones

amorosas son de cohesión y no de trasgresión. Contra la

solidez: pasión. En la fluidez: decidir un encuentro y

sostenerlo.


8. Con el amor pasa lo que pasa con la política. En

condiciones nacionales hay un instituido o un

estabilizador de la política: el Estado; y hay un

instituido del amor: el matrimonio. La voluntad estatal

tiende a estabilizar estas pasiones para reproducir su

lógica, para perdurar. Tanto el amor como la política en

tiempos nacionales buscan ser estabilizados por la vía

estatal. Y las estrategias subjetivas respecto del amor

y la política buscan romper el instituido marital y el

instituido estatal. Entonces, en condiciones nacionales

estas dos situaciones son muy intensas porque adquieren

la forma de la rebelión. La ruptura con lo instituido es

una operación subjetivante cuando el mundo es estable.

En condiciones de fluidez, las instituciones se

desvanecen y uno deviene superfluo. Uno es superfluo

hasta que se constituye en la experiencia. Las

situaciones amorosas o políticas son una experiencia de

constitución subjetiva cuando la subjetividad no está

producida por las instituciones. Si el horizonte actual

es la condición superflua, y no las instituciones

disciplinarias, el problema es cómo se produce

subjetividad bajo esa condición. La experiencia

subjetiva actual no es de ruptura sino de producción.


9. Entre El último tango en París y Matriz, hay un

cambio de género: uno es drama, el otro es acción. Esta

variación da cuenta del cambio sustancial en la

configuración del amor. En condiciones estatales el

género del amor es el drama. En el drama, el amor es

trágico, es la búsqueda siempre fallida de un objeto, es

un otro que no llega a colmar la significación interna,

es el ideal del sujeto. En cambio, el género de las

condiciones actuales es la acción. En la acción, el amor

está más ligado a las circunstancias que a la

interioridad subjetiva. En la pasión, el sujeto está

constituido previamente al encuentro amoroso: el sujeto

tiene su mundo, sus ideales, su novela neurótica; y el

encuentro busca colmar esas significaciones internas. En

la decisión, el sujeto amoroso se constituye una vez que

decide estar con otro, una vez que decide estar con otro

que lo acompañe en la invención de un mundo que si no se

inventa en común no existe. Si el sujeto está

constituido previamente al encuentro, el otro es un

objeto que va a cargar con las significaciones internas

del sujeto. Si el punto de partida es la superfluidad, y

no la subjetividad instituida "el yo", el otro es

condición para la subjetivación. Es posible constituirse

en una situación amorosa, pero el punto de partida no es

el yo, sino la des-existencia, la superfluidad. Sólo se

gana ser si se decide ser con otro. En la fórmula

amorosa pasional: uno es para el otro "aunque el

encuentro siempre sea fallido", se trata de dos

subjetividades constituidas previamente. En cambio, en

la experiencia del amor actual: uno es condición para el

otro. Cuando uno es condición para el otro es necesario

decidir que uno es condición para el otro y que el otro

es condición para uno. La subjetividad amorosa es

radicalmente distinta si se parte del otro como

condición o si se parte del como objeto. El otro puede

ser objeto de dependencia de uno u ocasión de

constitución de la subjetividad.


10. En la lógica estatal, el conflicto se da entre el

deseo de un yo y el instituido que produce la sociedad

bajo las instituciones disciplinarias; entre lo que

quiere el yo y lo que la sociedad le pide a ese yo. El

deseo le permite al yo ese despliegue que la sociedad

acota, reprime, aliena. Hoy, en cambio, el conflicto se

da entre la nada y la existencia. En este sentido, el

amor es un proyecto de producción de existencia, es la

ocasión que transforma lo superfluo en un sujeto. Si la

amenaza para el amor pasional es que el deseo se apague,

la amenaza del amor contemporáneo es devenir superfluo

para el otro.


11. En suelo estatal todos somos necesarios y la

existencia está asegurada. Es por eso que la reflexión

moderna del erotismo y el amor gira en torno de la

relación con la muerte; se liga al amor como experiencia

de lo imposible con la muerte porque la vida no

constituye un problema, la vida está asegurada desde el

estado. En cambio, cuando todos somos contingentes, el

problema no es la muerte sino la existencia, la

posibilidad de la vida "en términos de humanización. Por

eso deshabitar una experiencia implica perder ser. En

condiciones estatales, deshabitar una situación no pone

en riesgo la existencia.


12. El pasaje de la pasión a la decisión es correlativo

con el pasaje del régimen de los sentimientos, como modo

de relación en el amor, al régimen del afecto. El

sentimiento es un instituido, es el resultado de un

"flechazo", se produce cuando el encuentro con el otro

responde a la significación ideal que posee el sujeto.

Cuando el amor se juega en el terreno de la decisión, el

régimen no es el de los sentimientos, sino el de los

afectos. Ya no cuenta tanto qué se siente por el otro

sino cómo uno se deja afectar por el otro, cómo se deja

afectar por la experiencia amorosa. En ese caso es

necesario decidir de qué modo uno se va a dejar afectar

por el otro, ya que el régimen de afectación no está

establecido. Los sentimientos se precipitan o se liberan

respecto del orden instituido "la pasión es ese

sentimiento que va más allá de lo instituido. El afecto

se decide. Con este cambio de régimen cambia también el

estatuto de la responsabilidad en el amor. La

responsabilidad estatal es instituida, está determinada

por el estado; la responsabilidad actual se decide: se

decide sobre qué uno se va a hacer responsable. En

términos estatales la responsabilidad está referida a

obedecer o a transgredir un mandato. En las condiciones

actuales la responsabilidad no está establecida: es

espacio de decisión, de pensamiento, de constitución

subjetiva.


13. El sufrimiento amoroso actual es muy distinto del

sufrimiento en el amor pasional. En la pasión se sufre

por el desencuentro con el objeto deseado. En el mundo

actual se sufre por la dificultad de constituirse

amorosamente en una situación de desfondamiento.





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